Hace tiempo, cuando este blog comenzaba su andadura, un amiguete del periódico me dio un consejo: "el día que quieras que las visitas de tu blog se disparen, sólo tienes que escribir sobre Tokio Hotel". Sabia directriz, vive dios.
Hoy, casi dos años después de aquello, me decido a escribir aquí de los hermanos Kaulitz y compañía. No porque necesite visitas (afortunadamente el blog funciona bastante bien), sino porque creo que el fenómeno ha alcanzado unas proporciones tan absurdas que no me parece lógico obviarlo. Ya sabéis que aquí se habla de casi todo. O se intenta.
Tokio Hotel, Tokio Hotel... Hago un esfuerzo titánico e intento no centrarme en el peinado del cantante, la pose del grupo y lo abofeteable de algunas de sus fans. Al fin y al cabo, el fenómeno no es ni peor ni más vergonzante que el de las boy bands de los 90 tipo Backstreet Boys. Así que procuro centrarme en lo exclusivamente musical y dejar de lado el resto. Me armo de valor, le pido el disco prestado a mi compañera de al lado y lo pongo. Plaf.
Estribillos resultones concebidos para ser coreados por las masas. Arreglos electrónicos un poco pastelosos. Sobreproducción. Riffs con gancho y melodías edulcoradas. Cierto regusto épico en algunos pasajes y un par de baladas así como muy sentidas. Todo es superdigerible en este "Humanoid".
La conclusión es clara: Tokio Hotel no son tan chungos. Musicalmente son más dignos que la mayoría de las bandas que han causado estragos entre las adolescentes en los últimos 20 años: al menos son capaces de coger una guitarra y componer canciones. Canciones blanditas, de las que suenan prefabricadas y rebosantes de hormonas teenager. Incluso un poco grimosas, vale. Pero canciones al fin y al cabo. Pop-rock para todos los públicos. Y con eso es suficiente. Y es que una parte de mí alberga un sentimiento de esperanza por el hecho de que los niños/as de cierta edad escuchen a grupos como Tokio Hotel. Porque de alguna manera me da por pensar que quizá, algún día, les dé por descubrir el rock de verdad. Entonces habrá valido la pena. Al fin y al cabo todos tenemos un pasado: a mí de niño me gustaba la Onda Vaselina
Fuente : http://blogs.20minutos.es/entradagratuita/post/2009/10/13/tokio-hotel-son-tan-chungos
Hoy, casi dos años después de aquello, me decido a escribir aquí de los hermanos Kaulitz y compañía. No porque necesite visitas (afortunadamente el blog funciona bastante bien), sino porque creo que el fenómeno ha alcanzado unas proporciones tan absurdas que no me parece lógico obviarlo. Ya sabéis que aquí se habla de casi todo. O se intenta.
Tokio Hotel, Tokio Hotel... Hago un esfuerzo titánico e intento no centrarme en el peinado del cantante, la pose del grupo y lo abofeteable de algunas de sus fans. Al fin y al cabo, el fenómeno no es ni peor ni más vergonzante que el de las boy bands de los 90 tipo Backstreet Boys. Así que procuro centrarme en lo exclusivamente musical y dejar de lado el resto. Me armo de valor, le pido el disco prestado a mi compañera de al lado y lo pongo. Plaf.
Estribillos resultones concebidos para ser coreados por las masas. Arreglos electrónicos un poco pastelosos. Sobreproducción. Riffs con gancho y melodías edulcoradas. Cierto regusto épico en algunos pasajes y un par de baladas así como muy sentidas. Todo es superdigerible en este "Humanoid".
La conclusión es clara: Tokio Hotel no son tan chungos. Musicalmente son más dignos que la mayoría de las bandas que han causado estragos entre las adolescentes en los últimos 20 años: al menos son capaces de coger una guitarra y componer canciones. Canciones blanditas, de las que suenan prefabricadas y rebosantes de hormonas teenager. Incluso un poco grimosas, vale. Pero canciones al fin y al cabo. Pop-rock para todos los públicos. Y con eso es suficiente. Y es que una parte de mí alberga un sentimiento de esperanza por el hecho de que los niños/as de cierta edad escuchen a grupos como Tokio Hotel. Porque de alguna manera me da por pensar que quizá, algún día, les dé por descubrir el rock de verdad. Entonces habrá valido la pena. Al fin y al cabo todos tenemos un pasado: a mí de niño me gustaba la Onda Vaselina
Fuente : http://blogs.20minutos.es/entradagratuita/post/2009/10/13/tokio-hotel-son-tan-chungos
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