La fórmula del éxito en la música juvenil es un misterio. Puedes lanzar al ruedo a unos bisoños vestidos para ir a misa (los Jonas Brothers), o a otros ataviados a lo apocalipsis de «Mad Max», y obtener idénticos resultados: gritos, muchos gritos y muy histéricos, y no menos millones en beneficios.
Objetivamente, Tokio Hotel no son músicos admirables -lo dejaron bien claro en el pasado Rock in Rio-, y ni siquiera hablan el idioma en el que cantan (van con su traductora de alemán a cuestas). ¿Por qué han desatado entonces un fanatismo tan extremo, con seguidoras talibanes como las «Afghans on Tour» -no es broma-, que amenazan de muerte a sus ídolos y a sus familias si no se cumplen sus «exigencias»?
Los peligros del éxito
En consecuencia, las medidas de seguridad en torno al grupo se han multiplicado, pero ésa no es la única diferencia con los Tokio Hotel que nos visitaron el año pasado. Bill Kaulitz (voz) ha cambiado su look y ahora lleva una cresta de dos palmos que parece haberle conferido una dudosa seguridad en sí mismo. «En la gira iré cambiándome el pelo según tenga Georg (bajista) el vello púbico ese día», dice dejándonos boquiabiertos, mientras el propio Georg asiente sin pronunciar palabra.
Esa es otra diferencia. Hace un año, los hermanos Kaulitz llevaban el peso de las entrevistas, y Georg Listing y el batería Gustav Schäfer añadían algún apunte ocasional. Ahora, permanecen en total silencio mientras los Kaulitz se explayan. Schäfer incluso se muestra ausente. Su mirada dice que aún no ha olvidado el palizón que un desconocido le dio este verano en una discoteca. «La verdad es que todo se ha complicado mucho -señala Tom Kaulitz (guitarra)-, es más difícil hacer vida propia, y ya no podemos diferenciar entre lo personal y la banda. Cuando nos hemos aislado de todo para componer «Humanoid» ha sido cuando nos hemos dado cuenta de todo lo que nos ha pasado estos últimos cuatro años».
La gira de «Humanoid» comenzará en 2010 y «sin duda pasará por España; tenemos una cuenta pendiente porque tuvimos que cancelar nuestro último concierto en Madrid», asegura Bill. Así que sólo habrá que esperar unos meses para comprobar si ha mejorado su directo. «La verdad es que no somos de ensayar mucho», confiesa Tom, mientras los cuatro sueltan la única carcajada de la conversación...
7 de octubre de 2009
Ya no diferenciamos entre la vida personal y la banda
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